domingo, 7 de abril de 2013

No todos los años empiezan un 1 de enero.

Me encanta finalizar cada etapa de mi vida con un viaje, da igual dónde, fuera de aquí es suficiente. Me hace verla desde una perspectiva diferente y objetiva, desde donde todo es sencillo. Es como ponerle la guinda a un pastel y empezar a coger ingredientes para otro sin saber de qué va a ser.

A ver qué me espera ahora. Quién se quedará conmigo, quién no volverá más por aquí, qué  nuevas gentes aparecerán...
Y es que por fin lo tengo claro. Da igual las hostias de la vida, se acaban superando, y eso me tranquiliza. Significa que nunca me volveré a quedar en el típico pozo de mierda del que no sabes cómo salir.

Quizá aún no sepa qué hacer exactamente con mi vida, pero poco a poco voy descubriendo qué no hacer, y sabré guiarme con eso.



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