Me encanta finalizar cada etapa de mi vida con un viaje, da igual dónde, fuera de aquí es suficiente. Me hace verla desde una perspectiva diferente y objetiva, desde donde todo es sencillo. Es como ponerle la guinda a un pastel y empezar a coger ingredientes para otro sin saber de qué va a ser.
A ver qué me espera ahora. Quién se quedará conmigo, quién no volverá más por aquí, qué nuevas gentes aparecerán...
Y es que por fin lo tengo claro. Da igual las hostias de la vida, se acaban superando, y eso me tranquiliza. Significa que nunca me volveré a quedar en el típico pozo de mierda del que no sabes cómo salir.
Quizá aún no sepa qué hacer exactamente con mi vida, pero poco a poco voy descubriendo qué no hacer, y sabré guiarme con eso.